Otro gran día de la madre…

Hoy domingo 7 de mayo vuelvo a festejar un día que fue muy esperado por mí, el día de la madre.

Yo siempre quise serlo y mas teniendo la experiencia de mi madre, que siempre dice que «ha nacido para ser madre» y ha sabido ser una grande.

Me pregunto que podría decir que no haya dicho ya, pero me doy cuenta que con el tiempo siempre vamos cambiando, aunque sea en cosas que casi no se ven, pero que están…

Una de las cosas que más recuerdo de mi infancia es cuando jugaba con mis muñecas siendo su madre, intentando cuidarlas, protegerlas, mimarlas, imaginándome siempre de grande convirtiendo ese papel en una realidad.

Cuando nació mi hermana yo tenía 12 años y para mí era mi bebé, me la llevaba a todas partes y siempre he tenido una relación increíble con ella.

Luego de adolescente soñaba siempre que tenía hijos, eran pequeños/as cositas bellas y dulces llamándome «Mamá»

Cuando seguí creciendo empecé a buscar a una pareja que le gustasen los críos y que quisiera tener niños, yo siempre tuve claro que quería tener al menos tres.

Cuando al fin encontré el hombre de mi vida estuvimos buscando quedar embarazados algo más de un año y no lo conseguíamos, por ser una «cagaprisas» como me dice mi marido busqué una alternativa que me diera una mayor rapidez y seguridad para lograr mi objetivo y me puse en manos de la fertilización asistida: allí primero me dijeron que tenía una hormona llamada fsh de una mujer de 70 años y que nunca me quedaría embarazada, que si eso podía probar la fertilización in vitro pero había que esperar mucho y no me aseguraban nada…

A mí se me vino el mundo abajo: todo lo que había imaginado y soñado no podría ser, pero aunque estaba muy triste, una parte de mí no aceptaba esto como una verdad; por eso, con mi positividad y perseverancia de entonces volví a insistir hasta que dí con otro médico que quiso repetir las pruebas y salieron absolutamente normales. Me pregunto que hubiera pasado si me quedaba con esa sensación tan triste de fracaso, quizás hubiera entrado en una depresión de la que hubiese sido difícil salir…

En el segundo intento me quedé embarazada y eran mellizos: mi niño Tiago y mi niña Luna, ya saben el resto de la historia, los perdí en la semana 20 de embarazo por una infección en la que casi me voy yo también… Yo estaba tan triste que llegué a pensar en dejarme morir para irme con ellos, aunque todos me decían: «Eres joven y fuerte, ya tendrás otros hijos» pero yo no podía aceptar eso porque lo veía como reemplazarlos y ellos eran irremplazables…

Finalmente con mucha ayuda de mi gran marido empecé a superarlo y al poco tiempo me quedé embarazada naturalmente de Samu, mi mayor… Viví ese embarazo con terror de perderle, por el miedo a lo que me había pasado anteriormente pero todo salió estupendamente…

22 meses después llegaba naturalmente Mateo y viví ese embarazo muy nerviosa por no saber cómo podría manejarme con dos, ya que al haber elegido un estilo de crianza natural me resultaba muy complicado brindarme equitativamente con los dos, pero lo logré…

23 meses después llegó Lucas y viví ese embarazo bastante más tranquila, aunque dudaba un poco al pensar de como podría manejarme con tres peques en casa, hasta llegue a hacer lactancia en tritándem, pero como siempre de todo se sale y todo se aprende, volví a salir a flote y me manejo bastante bien…

24 meses después está muy cerca de llegar mi cuarto varón: Tomás y estoy viviendo este embarazo mucho menos preocupada que en los anteriores, aunque me da mucha pena no ser la mamá que era en los primeros embarazos porque les ponía canciones, música clásica, les hablaba,  etc, etc, que ahora me resulta muy complicado o casi imposible teniendo en cuenta que en casa no existe el silencio y es una locura de gritos y ruidos cotidianos…

En fin, después de esta numerosa cronología de mi vida, ésta es mi historia de madre en todos estos años, yo siempre tuve claro que quería serlo.

Muchas veces estoy cansada, agotan mi paciencia, tengo mal humor y me siento mala madre, pero otras miles de veces cuando los veo jugando, saltando, riendo, interaccionando, me doy cuenta que el tiempo pasa muy rápido y hay que disfrutarlos, besarlos, mimarlos y darles todo lo que tenemos y lo que somos. Aunque digan que «los hijos no son nuestros sino de la vida» ellos son mis hijos y yo soy de ellos…

Los amo a cada uno, a los que se fueron, a los que están y al/los que vengan, cada uno es lo más especial y valioso que puede existir, son el tesoro más grande e importante en la vida de esta orgullosísima MAMÁ…

Gracias hijos por existir y por haberme convertido en una madre muy feliz…

¡¡Los adoro bellos de mi vida!!

Una perspectiva realista del día de la madre

Como todos los años, hoy es un día que me invita a reflexionar sobre el rol de ser madre pero ahora mismo me resulta muy difícil encontrar las palabras justas cuando tengo a mi bebé recién nacido, (hoy cumple una semana y prometo contar todo los detalles del parto), en el hombro izquierdo y mis otros peques liándola a cada momento.

Estos días nos hemos convertido en una familia numerosa. Dos adultos con tres peques, Samuel de casi 4 años, Mateo de casi 2 y Lucas de una semanita. Acaba de salir de mi interior para conocer el mundo, para aprender millones de cosas, para vivir una vida llena de sensaciones y emociones.

Esto es muy bonito pero no es nada fácil. La verdad que estos días en casa desde que salí del hospital han sido una locura total. Aún no puedo organizarme. Mi estado de ánimo fluctúa todo el tiempo y paso de sentirme la madre más especial del mundo a querer salir corriendo hacia cualquier sitio solo para poder respirar sin agobios, solo para poder imaginarme cómo sería dormir dos horas sin que nadie me despierte…

cansancioextremo

Ésta es la realidad, quizás sea una mezcla de depresión postparto más las enormes responsabilidades que implican ser mamá a tiempo completo de tres peques.

Por momentos me agobio con Lucas, lo escucho llorar o gritar y muchas veces no sé identificar lo que le pasa, hay cosas que he olvidado y debo volver a aprender; estoy llena de miedos y preocupaciones, pero también hay otros instantes en que huelo la piel de mi bebé, le doy un beso en esa cabecita tan blanda, lo observo y me doy cuenta que es tan indefenso, tan dependiente y tan frágil que no puedo evitar sentir una ternura infinita. Lo veo mirarme, intentar enfocar esos pequeños ojos azules en mí, mirar todo alrededor mostrando su enorme curiosidad por conocer cada rincón y cada cosa de esta nueva vida que me emociono…Y me olvido de los agobios.

En otras ocasiones veo a Mateo todo el tiempo tirando cosas, manchando cada rincón, trepándose a lugares insólitos, cayéndose y llorando a cada rato, peleando con su hermano, destruyéndole sus producciones, gritando mucho, exigiendo y… Me agota. Pero también hay otros momentos donde me dice: «te amo mamá», se acerca y le da besos a su hermano pequeño, coge de la mano a su hermano mayor, me muestra con mil sonrisas que para él hacer lío es un juego perfecto y con esa cara de bandido y esa risa eterna me convence de lo que quiere.                               Él se ríe y todo pasa de ser un desastre a ser perfecto. Y me lo como a besos…

Y con Samu muchas veces me cansa. El tema de la comida sigue siendo una pelea constante, pretende comer lo que quiere, pelea y a veces trata mal a su hermano, todos los días se convierten en discusiones por no querer ir al cole, cuando tiene sueño se pone enormemente caprichoso e insoportable…                                      Pero hay otros momentos en donde me dice miles de palabras bonitas, me da montones de demostraciones de afecto, me alaba mucho las comidas que le gustan, coge a su hermano y se lo lleva de la mano a jugar mientras yo preparo la comida, cuida de su hermano recién nacido, es dulce, tierno, comprensivo, y con sus charlas eternas me hace olvidar de todo el cansancio que pueda sentir. Me abraza, me mira con sus ojazos azules y ya no hay agotamiento que valga, sino entrega.madre de tres

¿Y qué quiero decir con todo esto? que ser madre implica miles de responsabilidades, mucho trabajo, implicarse hasta el infinito, agotarse, cansarse, enojarse, poner límites, aprender a esperar, a escuchar y sobre todo aprender a tener enormes dosis de paciencia, pero también implica abrirse, entregarse, dejarse llevar por el infinito amor que te da un hijo; (y tres ya ni se puede expresar con palabras); permitirse reír, jugar, volver a ser un poco niño, vivenciar esos momentos increíbles que representan el nacimiento de tus hijos en donde tu cuerpo se abre para dar paso a un nuevo ser que habitaba en tu interior…

Todo lo que pueda parecer malo, el cansancio, el sueño, el hastío, todo, TODO se ve compensado con el tiempo cuando ves a tus hijos crecer, aprender, ser, convertirse en adultos…

Ser MADRE, lo más grande que me ha dado la naturaleza, el milagro de poder sentir la vida dentro y fuera.

Gracias Mamá por darme la vida, gracias hijos por convertirme en Madre…

Mi primer «día de la madre»

Hoy es el primer día que festejo el día de la madre. Y lo soy, he cumplido el sueño más grande y hermoso que puede tener una mujer: tener un hijo.

Pero al hablar de este día no puedo evitar recordar que ya había pasado otro «día de la madre» en el que en vez de haberlo festejado lo he llorado: cuando perdi a mis bebes.

Me pregunto cuándo se empieza a ser madre, porque sinceramente no creo que el hecho de que nazca alguien de ti te identifique como tal; yo creo que se comienza a ser madre cuando una sabe que lleva una vida, (o más) en su interior, cuando dejas de ser uno para convertirte en dos, cuando ya no piensas por o para tí y solo piensas por y para tu hijo; una se siente madre cuando te crece la panza porque eso significa que tu hijo va creciendo día a día. Te sientes madre cuando empiezas a devorarte libros y revistas de padres preguntándote cómo será todo, cuando te empiezan a crecer los pechos,  el líquido empieza a salir de ellos y sabes que esto será el mejor alimento que puedes darle; ¡la naturaleza es tan sabia!

Te sientes madre cuando notas la primera patadita, el primer movimiento con el que sonríes porque es el fiel reflejo de la vida que llevas dentro.  Cuando ves las ecografías, cuando te emocionas porque escuchas por primera vez el latido de su corazón…

Y yo hijo, siempre desee ser madre, desde que tengo recuerdos, desde que jugaba con las muñecas a ser su mamá, desde que lloré lo impensable porque me dijeron que «nunca podría tener hijos» (no se que hormona tenía mal en una analítica que luego al repetirla todo salió normal); desde que me hicieron los dos intentos de fertilización asistida porque no lograba quedarme embarazada; desde mi primer frustración, tristeza y horror como madre, cuando mis mellizos murieron por una infección en el quinto mes de gestación.

Y cuando creí que por eso se me había acabado el mundo solo un mes después de perder a mis peques llegaste tú, Samu, así, sin buscarte, naturalmente, sin ningún tipo de tratamiento: sólo el amor y la esperanza nos acompañaban en este camino que tú iniciaste, hijo querido: estoy segura que desde algún lugar nos buscaste, nos elegiste y hoy somos los padres mas felices del mundo por tenerte.

Llegaste a mi vida en el momento que más te necesitaba; fuiste y eres el remedio para todos los males. Y ahora me siento mas madre que nunca, al abrazarte, al sentirte, al llenarte de besos, al inundarte con mi amor, que es incondicional y eterno.

Te veo ahora dormido a mi lado con ese pijama de monstruos, esos cachetes colorados, esos pies arriba de mi barriga, esa carita angelical  y me sigo sorprendiendo de lo maravillosa que es la vida, que a veces  te quita pero luego te da. Tú estas lleno de vida y yo doy mi vida por tí.

Gracias hijo por venir a nuestra vida, por hacerme conocer este sentimiento indescriptible e interminable de amor, por ser tan dulce, bueno, gracioso, guapo, tierno, por portarte tan bien, por convertirme en mamá y hacerme tan feliz.

También a mis melli, Luna y Thiago, por haber estado dentro de mí y aunque la vida no les dejó ser, al menos me consuela saber que pude sentirlos vivos en mi interior. Espero que estén bien, donde quiera que estén y sean como ángeles que guíen y acompañen a Samu en el camino de la vida. Nunca jamás los olvidaré.

Y también en este día quiero dar un reconocimiento enorme a mi madre, a quien quiero con toda mi alma, que se merece lo mejor y que es quien me ha dado el mejor ejemplo enseñándome a ser una buena madre.¡Gracias mamá, te adoro!

¡Felicidades a todas las madres del mundo, a las que lo son de cuerpo, de alma, y de corazón!