Quería contarles el susto enorme que nos dio Samu el otro día…
Resulta que antes de dormirnos, yo me quedo siempre jugando en la cama con el peque y como siempre, estábamos jugando a que él me quitaba las gafas, ya que le encanta hacerlo. Él me las quitaba y yo lo abrazaba dándole besos, pero en una de esas veces no se rió y cuando dejé de abrazarlo y le miré, Samu estaba con cara de susto paralizado y con una de las patillas de las gafas clavada en el ojo, aunque gracias a Dios fue en el lagrimal. 
Pero el susto más grande fue ver que no lloraba ni respiraba, y aunque esto duró unos segundos, me pareció una eternidad.
Yo pegué un grito despertando a mi pareja, le soplamos y zamarreamos y enseguida se puso a llorar muy fuerte, perdido y asustado.
No pasó nada por suerte, pero podría haber pasado y este «podría» me dejó histérica, me quedé llorando gran parte de la noche porque me sentía culpable por jugar con él con cosas potencialmente peligrosas, aunque nadie podría ver tanto peligro en unas simples gafas con materiales de plástico.
Me quedé aterrorizada y no puedo olvidar la cara de mi hijo de susto y sin respirar, casi me muero. Ya había leído que estos episodios se llaman espasmo del sollozo o apnea emotiva y que incluso pueden perder la conciencia, aunque no suele durar mas de un minuto.
Ahora me he informado que no hay que zarandearlos sino tumbarlos, para que la sangre le llegue mas rápido al cerebro y tras haber recuperado la conciencia, mojarle con una toalla la frente y las muñecas le ayuda a recuperar totalmente el sentido o también se pueden dar palmadas fuertes en el aire para que fije su atención en ellas.
Me llevé un susto de muerte y me doy cuenta que cualquier cosa y en un segundo puede representar un verdadero peligro para un bebé, por eso intentaré por todos los medios ser mas cuidadosa.
Ahora ya estoy mejor, aunque jamás podré olvidarme de lo sucedido.
Aprendiendo a ser padres 