Aprendiendo a ser padres

Hijo, hoy te quiero escribir algo que hace muchos días quiero decirte.
Hace dos semanas que hemos regalado al Tomy, nuestro perro porque ya no podíamos con él.
Y tú le querías…
Quiero pedirte perdón por no poder ser mas paciente y más responsable con nuestra mascota.
Quiero explicarte aunque ahora no entiendas, que esta desición ha sido la mejor que pudimos tomar pero no por nosotros sino por el perro.
Le teniamos atado en casa, porque al dejarlo suelto como tenía tanta energía, se la pasaba rompiendo desde los muebles y cables que encontraba hasta tus juguetes. Y te empujaba y hacía caer a cada rato por querer estar contigo; por supuesto que él no tenía la culpa de nada, pero sobrepasaba nuestra capacidad de aguantar.
El Tomy está ahora con una persona que le quiere mucho y le cuidará como si se tratara de un hijo. Tendrá más libertad y mas juegos, atenciones, mimos, tiempo, todas esas cosas buenas que el pobre se merecía y yo poco le daba…
Lamento enormemente quitarte algo que te hacía feliz, sentiré muchísima tristeza cada vez que, como hoy, preguntes por el guau guau y pongas esa carita de preocupación al decirte que se fue.
No quiero ni voy a mentirte nunca hijo querido, pero no se exactamente como explicarte que no hemos sabido cuidar de un perro.
Me da miedo no ser una buena madre al no haber aprendido a ser mas responsable y tener mas paciencia, porque aunque un perro es una mascota, también es un ser al que debemos cuidar y proteger; prometo enseñarte esto y cuando con el tiempo me pidas una mascota, explicarte pacientemente que no se trata de un juguete sino de un ser vivo que requiere de un compromiso diario.
Perdón hijo por haber regalado a nuestro perro, por no haber sabido hacerlo bien, por quitarte ratos de felicidad.
No quiero que estés triste, yo ya lo estoy y aunque me arrepienta, ya no se puede volver atrás con una desición pensada y decidida por tu padre y madre. Prometo ser mas responsable con desiciones futuras de este tipo. Perdón, hijo, perdón…